Revelación

Swedenborg, tal como se ha señalado, creía implícitamente en dos mundos, el natural y el espiritual. A menudo escribe sobre la relación entre los dos; la palabra de Dios sirve para conectar el cielo y la tierra. Según Swedenborg, Dios siempre ha hablado al hombre y por lo general lo ha hecho por escrito para que el hombre pudiera estudiar las verdades necesarias de la vida y reflexionar sobre ellas. La óptica que caracteriza su pensamiento postula la necesidad de que Dios se auto-revele continuamente al hombre.

En el mundo se cree que el hombre es capaz de conocer gracias a la luz de la naturaleza, y por lo tanto sin revelación, muchas cosas que pertenecen al dominio de la religión, como por ejemplo que hay un Dios, que a él se lo debe adorar, y también que se lo debe amar. Del mismo modo, que el hombre vivirá después de la muerte y muchas otras cosas que dependen de (…) la inteligencia que el hombre tiene respecto de sí mismo. Pero (…) por sí mismo y sin la revelación, el hombre no sabe absolutamente nada de las cosas divinas y de las cosas que pertenecen a la vida celestial y espiritual.

El hombre nace prisionero de los males del amor de sí mismo y del mundo, que son de tal naturaleza que cortan el influjo (influencia) de los cielos y abren el influjo (influencia) de los infiernos. Estos (…) hacen que el hombre sea ciego, y lo inclinan a negar que haya un ser divino, que haya un cielo y un infierno, y que haya una vida después de la muerte. Esto es muy manifiesto en los que son doctos en este mundo, que en virtud de sus conocimientos han elevado la luz de su naturaleza por encima de las luces de otros. Es sabido que éstos niegan al ser divino y colocan en su lugar a la naturaleza, mucho más que otros. También que cuando hablan con el corazón, y no por la doctrina, niegan la vida después de la muerte, del mismo modo el cielo y el infierno, y por lo tanto, en consecuencia, todas las cosas de la fe, que ellos califican de cadenas para las gentes comunes. (AC 8944)

Sin la Palabra nadie poseería inteligencia espiritual, que consiste en tener conocimiento de un Dios, del cielo y del infierno, y de una vida después de la muerte. (…) (SS 114) Es mediante la Palabra que el Señor está presente en el in-dividuo humano y unido a él, porque el Señor es la Palabra, y habla con el hombre, por así decirlo, en ella. El Señor también es la Verdad Divina en sí misma, como lo es, del mismo modo, la Palabra. Resulta evidente a partir de esto que el Señor está presente en el individuo humano y unido a él al mismo tiempo, según su entendimiento de la Palabra. Según esto el hombre posee la verdad, y la fe derivativa, y también el amor, y. la vida derivativa. Ciertamente el Señor está presente con el individuo humano mediante la lectura de la Palabra, pero se une a él mediante la comprensión de la Verdad a partir de la Palabra. (SS 78)

La Palabra es la verdad divina en sí, que enseña al hombre que hay un Dios, que hay un cielo y un infierno, y que hay una vida después de la muerte, y que además enseña cómo se debe vivir y creer para poder llegar al cielo y, de este modo, ser feliz eternamente. Sin la revelación, es decir, en este mundo, sin la Palabra, todas estas cosas hubieran sido totalmente ignoradas. (AC 9352)

[Fue] necesario que gracias a la Providencia Divina del Señor hubiera alguna revelación, porque una revelación o Palabra es el vaso recipiente general de las cosas espirituales y celestiales, uniendo de este modo el cielo y la tierra. Sin ella hubieran estado separados y la raza humana hubiera perecido. Además, es necesario que en algún lugar haya verdades celestiales, mediante las cuales el hombre pueda ser instruido, porque nació para las cosas celestiales y después de la vida corpórea debiera entrar a compartir la compañía de los que son celestiales. Las verdades de la fe son las leyes del orden en el reino en el cual ha de vivir eterna-mente. (AC 1775)

Las naciones en todas las partes de la tierra han adora-do según alguna religión. (…) La religión no puede existir sin alguna revelación, y por la propagación de ésta de nación en nación. (Coronis 39) Los hombres más antiguos de la tierra gozaban de una revelación inmediata. Por lo tanto, no poseyeron Palabra escrita. Pero después de sus tiempos, cuando la revelación inmediata no podía ser dada ni ser recibida sin que sus almas corrieran peligro, por la posibilidad de que la comunicación y la unión de los hombres con los cielos fuera interceptada y pereciera, plugo a Dios revelar la verdad divina mediante la Palabra. (…) (Word 27)

La Palabra (…) [ha] existido en todos los tiempos, pero no la Palabra que nosotros tenemos hoy. [Hubo] (…) otra Palabra en la Iglesia Antiquísima, que existió antes del diluvio, y otra Palabra en la Iglesia Antigua que existió después del diluvio. Luego vino la Palabra puesta por escrito por Moisés y los profetas en la Iglesia Judía. Finalmente la Palabra (…) fue escrita por los Evangelistas en (…) la Iglesia [Cristiana]. (AC 2895)

Desde los tiempos más antiguos ha habido religión y (…) los habitantes del mundo han tenido conocimiento de Dios, y han sabido algo respecto de una vida después de la muerte. En un período posterior [estos conocimientos provinieron] (…) de la Palabra Israelítica. A partir de estas dos Palabras las cosas de la religión (…) se difundieron por las Indias y sus islas, y por Egipto y Etiopía a los’ Reinos del África, y desde las partes marítimas de Asia a Grecia y des-de ésta a Italia. Pero como la Palabra no podía escribirse de otro modo que no fuera mediante representaciones, que son aquellas cosas de este mundo que corresponden a las cosas Celestiales, y por lo tanto las significan, el conocimiento de la religión se convirtió en idolatría entre muchas de las naciones. En Grecia [se las convirtió en] fábulas, y los atributos y predicados divinos en igual número de dioses, sobre quienes colocaron como soberano a un ser supremo, a quien llamaban «Jove», deformación de «Jehová». Tuvieron conocimiento del Paraíso, del diluvio, del fuego divino y de las cuatro edades, desde la primera o edad del oro hasta la última, o edad del hierro, que representan los cuatro estados de la iglesia. La religión musulmana, que vino después (…) destruyó las anteriores religiones de muchos pueblos. [Fue] extraída de la Palabra de ambos Testamentos. (SS 117)

El hombre, como la tierra, no puede producir nada bueno a menos que primero se siembren en él  los conocimientos de la fe, mediante los cuales puede llegar a saber qué debe creerse y hacerse. El oficio del entendimiento es escuchar la Palabra, y el de la voluntad es hacerla. (AC 44)

El que se abstiene de profanar el nombre de Dios, es decir, la santidad de la Palabra, sea teniéndola en menos, rechazándola o mediante cualquier otra forma de blasfemia, posee la religión. Su religión es de medida idéntica a la de su abstinencia. Nadie posee la religión si no es gracias a que se le ha revelado, y (…) la revelación es la Palabra. Abstenerse de profanar la santidad de la Palabra debe ser virtud que proviene del corazón y no meramente de la boca. Los que se abstienen de corazón viven de la religión. Pero los que se abstienen solamente de boca no viven de la religión, porque su abstinencia es por amor de sí mismos o por amor del mundo, desde que pueden hacer que la Palabra les sirva como medio para adquirir honor o ganancia, o se abstienen a causa de algún temor. Entre éstos hay muchos que son hipócritas y no tienen religión alguna. (AE 963)

Nadie puede creer ni amar a un Dios a quien no puede  comprender  bajo alguna forma. Los que reconocen lo in-comprensible en sus pensamientos caen en el mundo natural y por lo tanto no creen en Dios alguno. Por lo cual plugo a Dios nacer (…) [en la tierra] para hacer que esto fuera manifiesto mediante la Palabra, no solamente para que pueda ser conocido en este orbe, sino para que por este medio pueda ser manifiesto a todos aquellos que en el universo llegan al cielo provenientes de cualquiera de las tierras. En el cielo se produce la comunicación de todos. (AC 9356)

La Palabra está en todos los cielos. Es leída allí como en el mundo, y predican a partir de ella, porque es la verdad divina de donde deriva la inteligencia y sabiduría de los ángeles. Sin la Palabra nadie sabe nada del Señor, del amor y la fe, de la redención, o de cualquier otra realidad arcana de la sabiduría celestial. Sin la Palabra no habría cielo, así como sin la Palabra no existiría la iglesia en el mundo, y no habría, de este modo, conjunción con el Señor. No hay tal cosa como una teología natural sin revelación, y en el mundo cristiano sin la Palabra. (…) Si no puede existir en el mundo, tampoco puede existir después de la muerte, porque tal como es el hombre en materia de religión en este mundo, así será en cuanto a su religión después de la muerte cuando llegue a ser un espíritu. El cielo no consiste de ángel alguno que haya sido creado antes del mundo, o con el mundo, sino de aquellos que han sido hombres y eran ya, entonces, interiormente, ángeles. Estos, mediante la Palabra, llegan al cielo poseedores de sabiduría espiritual, que es la sabiduría interior, porque allí la Palabra es espiritual.(Word 30)


Category: Temas Espirituales

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